Un amigo fue a ver una propiedad para alquilar. Le gustó. Bah, le encantó. El vendedor jugó con la típica urgencia, “mirá acá hay alguien que quiere alquilar y también está interesado” (¿a quién no le hicieron eso?). La señó.
Sucedió un tema con la inmobiliaria: no le querían reconocer los gastos extraordinarios del edificio, algo que por ley argentina está previsto. Idas y vueltas, la inmobiliaria termina cancelando la reserva, devolviendo el dinero. Claro, mi amigo estaba recontra encaprichado: ya había acomodado todo para mudarse. La inmobiliaria, por otra parte, que trabaja y se cobra una comisión del lado del locador y locatario, no tenía ganas de hacerse problemas con el inquilino que aparentaba, según ellos, problemático.
Esto expone dos cuestiones:
- El alquiler en Argentina está roto (y es un tema para un blog más largo)
- En el trabajo no hay amigos, solo dinero
Si vas a ver una propiedad, es probable que te apuren conque alguien más la está viendo (me pasó), que está bien ubicada, que es moderna o barata de refaccionar, y un largo listado de ventajas, mezclado con urgencias disfrazadas de oportunidad.
En un kiosco, la vendedora te puede atender de dos maneras, con cara de cansada por laburar todo el día, o con cara de felicidad. En el primer caso muy probablemente sea empleada, o en el segundo, es posible que sea la dueña, o al menos, una empleada que trabaje a comisión.
Ponemos energías en aquello que nos genera una ganancia adicional. ¡Y está bien! Porque la emoción genera ganancias, y una manera excelente de influir sobre las personas se logra alterando su estado emocional: “vas a ser feliz haciendo asados en el patio”, “te van a respetar con ese ascenso”, “estos kirchneristas son la lacra de la sociedad”.
Reconozco que no tengo el arma, que me falta carisma, pero la reconozco cuando la quieren usar conmigo.
¿Querés vender algo? No apeles a que “su infraestructura está obsoleta”, si no que “hay grandes clientes que no pueden trabajar con una infraestructura obsoleta, y actualemente son negocios perdidos”. El dinero es siempre lenguaje universal.
¿Querés comprar algo grande? Hacé que el otro sienta que es buen negocio, y justo, vendiéndote a vos. “Está buenísimo el auto, pero no tengo esa cantidad de dinero, aunque me puedo acercar a este número en efectivo”. ¿Quién sabe? Quizás le sirve la urgencia, y a vos comprar algo más barato del valor publicado.
Hay que aprender a negociar, trabajes de lo que trabajes.