¡Suscribite al newsletter!
No, no pretendo hacer una nota como un ladri berreta coach ontológico. Pero sí quiero que hablemos de lo que significa que alguien sea “exitoso”.
Hablo de éxito, así que más de uno pensará “ser famoso en redes”: Tomemoslás como ejemplo.
¿Cuántos seguidores tiene Messi? 507 millones de cuentas en Instagram. Imaginate el alcance que tiene, la cantidad de personas a las que le llega. Una historia, vista por millones de almas, muchas de ellas, considerando a Lionel como autoridad incluso fuera del fútbol. Si Lionel se considerara afín a un partido político de manera pública, movería la aguja, sin dudas.
Hablando de política, tenemos entonces que hablar de Marcelo Tinelli. Con sus programas, que estuvieron al aire durante décadas, puso a dedo legislativos (“alica-alicate”) e incluso, destituyó presidentes. Y no había redes sociales.
Quiero detenerme a hablar de Marcelo (insertar chiste acá sobre conocer a Marcelo). Hoy, Tinelli tiene un programa de streaming, que, al lado del poder y carisma que tenía antes, me da bastante vergüenza ajena:
¿Qué quiero decir con esto? Que, aunque no hayamos aún definido el éxito, ante la mirada ajena, este pareciese no ser permanente. Podríamos decir entonces “Tinelli era exitoso en los 90”, y nadie lo dudaría. En cambio, decir “Tinelli es exitoso” es cuestionable, cuanto menos.
Quiero también que frenemos en otra cosa: siempre nos estamos refiriendo a un aspecto de la persona: Messi es exitoso jugando al fútbol y ganando dinero, además de influir sobre la gente. Marcelo también fue exitoso difundiendo una agenda. Este aspecto principal, positivamente valorado, puede derramar en otros aspectos de la imagen de una persona o de una empresa.
Lo mismo puede decirse de un fracaso o un error grotesco, o simplemente de un acto detestable: no creo honestamente que Gustavo Cordera, ex cantante de Bersuit Vergarabat, encuentre redención, aún a pesar de pasar más de 10 años desde “el incidente”. O vayámonos más lejos: Woody Allen. No voy a escribir acá su historia, pero si no la conocés, te invito a googlearla. ¿Mirarías una de sus películas después de saber lo que hizo? Y eso que es uno de los directores más admirados en la industria del cine.
Hoy, Cordera no es un músico exitoso. Hoy, Woody Allen no es un cineasta respetable.
Si, el éxito está atado a la autoridad sobre un campo en cuestión. Y es acá donde quiero detenerme.
Estoy en pareja hace años, y eso para mí, me hace exitoso. Claro, eso solo no cuenta: me hace exitoso saber que mi pareja va a estar en casa, que cocina con amor, que está, se preocupa, me mira y sonríe. Y cuando me sonríe, es donde puedo decir “soy feliz con esto”.
Este éxito viene de mi autoridad de “novio de”. Como puede ser “ser padre de”, o incluso, “alcanzar tantos likes”. No hay un aspecto correcto o incorrecto de medir el éxito personal. Porque al final de cuentas, el éxito personal lo mide uno. Influir sobre personas es una medida de éxito, de tantas.
Sumado a eso, mientras trabajamos en nuestra autoridad, más largo será nuestra percepción de éxito: más dedicación a la pareja significa más tiempo juntos, reinventarse en los medios significa mantenerse relevante, hablar con gente nos ayuda a que nuestros aspectos exitosos sean reconocidos por más personas. Y si tienen sus juicios… bueno, mientras no hagamos nada que dañe a alguien más, son solo palabras. El resentimiento ajeno es, en ocasiones, una medida válida del éxito propio.