¿Alguien puede pensar en los niños? en los traductores y trabajadores de peaje también si les queda tiempo.
La situación es incierta y la pérdida es inminente, pero ¿perdida de qué?. Una nota a Joanna Maciejewska de hace apenas un par de meses expresa algunas de estas preocupaciones:
“Quiero que la IA lave mis platos así hago mi arte, no que haga mi arte para que pueda lavar los platos”.
Joanna Maciejewska
Joanna lo sabe bien, lavar los platos puede ser extremadamente más costoso operativa, computacional y materialmente que hacer arte, esto depende completamente de los estándares que usemos. Por lo pronto, generalizar injustificadamente es gratis, así que paso a demostrarlo.
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Para decir “estándares”, debemos considerar un término sumamente importante durante esta (y toda) revolución tecnológica, los “umbrales”. Ya lo dijo el (me saco el sombrero poniéndome de pie) Charly Garcia, “la música “actual” es solo ritmo, no hay más melodía y armonía”. Aunque las hubiese se las desprecia, solo existen a causa de su necesidad.
¿Qué implica esto? Bueno, si hacer música es arte y para hacer música todo lo que necesito es un ritmo, entonces asi de facil tengo arte, a saber:
Ritmo “decente” → Arte
¿Problema? Esperá que todavía no lavamos los platos.
Primero consideremos que ya existe el lavavajillas sin ninguna o poca IA, así que debemos pensar algo “más inteligente”.
Tenemos platos sucios, para facilitar el proceso supongamos que están depositados en la pileta de la cocina. En mi prototipo mental requiero, por lo menos, un brazo articulado (con su batería y dispositivos robóticos) que funcione mediante visión por computadora, a fin de reconocer los platos y su suciedad. Luego, podríamos implementar una versión optimizada del lavavajillas en conjunto con este sistema para automatizar el lavado.
La diferencia es grande y los ejemplos son muchos. En general todos dependen del “umbral” con el que consideremos que algo es “arte” y que algo es “un plato limpio” (algunos intrépidos podrían explicarnos el arte del dispositivo robótico).
El umbral es móvil, aunque depende consistentemente de cuestiones ajenas a nuestra decisión individual.
Distintos organismos, instituciones, colegios profesionales e incluso Estados, están definiendo estos umbrales, en materia económica y legal cuando menos. La IA, como toda revolución tecnológica conocida, explicita estos umbrales y con ello (con suerte) su revisión y posible redefinición.
En muchas profesiones, oficios y prácticas está sucediendo esto a nivel individual. Aparecen preguntas del estilo “¿Me va a reemplazar una máquina?” en realidad son una manera de esbozar este cuestionamiento de umbrales.
Podría desglosar la pregunta en algunas otras “fundamentales” como “¿Qué venía haciendo en mi trabajo?”, “¿Qué lo define?”, “¿Qué es lo que hace a mi práctica “aceptable” en términos sociales y económicos?”, “¿Qué solicitan/demandan/desean las personas para las que trabajo?”, “¿Podrían cumplir con ello herramientas de IA?”. Otras preguntas son posibles (y deseables) pero con estas, la obra justifica el terror de algunos y, por lo menos, la incomodidad de otros.
Este desglose no hace más que explicitar algunas de las cuestiones que conmueven la vida de gran parte de la población. Muchas de estas preguntas obtendrán respuestas angustiantes, cuando menos al principio.
No es habitual que tengamos ganas de redefinir nuestras maneras de habitar el mundo, menos en cuestiones existenciales como lo son el trabajo y otras prácticas cotidianas.
Tomando un ejemplo que conversamos en radio UNR, comento el “problema” de las tareas de orden académico educativo formal o informal, muchas veces dentro y otras tanto fuera de las instituciones. Los docentes tienen un nuevo desafío a la hora de constatar un trabajo entregado, incluso de enmarcar lo requerido (quienes digan que es lo mismo que los viejos blogs de tareas, por favor abstenerse).
Esto no es más ni menos que redefinir esa práctica y los umbrales considerados para “cumplir”, esto conmueve el rol docente de maneras que podemos entrever pero aun no definir.
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