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Supongamos por un ratito que ChatGPT no hizo nada ilegal. Esto es, no scrappear sitios web, no consumir videos de YouTube, no utilizar información protegida por derechos de autor. Supongamos que todo lo que usó OpenAI para entrenar a su inteligencia artificial está bien (y no, no lo está).

OpenAI tenía, hasta hace algunos meses, una facturación estimada de 3.700 millones de dólares al año. A modo de referencia, las reservas netas del Banco Central argentino rondan los 30.000 millones de dólares. No es poco dinero. Ahora, según se dice (porque la información no es pública), OpenAI habría perdido 5.000 millones el año pasado. Por si no sabés en qué se va la guita, el vil metal se funde en:

  • Salarios: los programadores AI salen como jugadores de fútbol de primer nivel.
  • Infraestructura: placas de video y procesadores, que no son nada baratos, para producir modelos de lenguaje.
  • Energía: hay que quemar petróleo para este nivel de procesamiento, señores.

El plan de OpenAI es simple: tal como se vende una impresora a pérdida (son más baratas que lo que cuesta producirlas), la idea es que la gente adopte masivamente el uso de los agentes de inteligencia artificial, tal como hoy usa correos electrónicos, y luego de esta adopción, empezar a cobrar por el uso del producto. Otras empresas, como Microsoft y Google, también pierden dinero, pero tienen espalda y estrategias para bancar sus gastos, además que sus productos son, francamente, irrelevantes.

Por eso, antes de seguir analizando hasta dónde podemos integrar en una empresa productos de inteligencia artificial, hay que hacerse algunas preguntas importantes antes.

  • ¿Qué pasa si los costos de implementación se triplican? Si una empresa depende de otra para proveerle servicios, y esta última decidiera triplicar su cobro, meramente para no perder más dinero, habría que preguntarse si la primera puede seguir vendiendo el servicio. Conozco aplicaciones basadas casi en su totalidad en servicios de OpenAI, cuya subscripción sería impagable para una gran cantidad de gente por lo que brindan si los costos aumentasen el triple. Aplicaciones de 20 dólares pasarían a valer mínimo 50, porque algo podrán absorber para no quedar al margen.
  • ¿Qué pasa si reemplazo gente con inteligencia artificial? Hay algunos casos donde entrenar agentes AI puede costar bastante más que un programador, dependiendo geografía y expertise. Si los costos de los agentes se multiplicasen, sería un problema para las empresas que adoptan esta clase de agentes de manera temprana.
  • ¿Hasta dónde debo incluir en mi negocio inteligencia artificial? Sin lugar a dudas, un trabajador se verá beneficiado de tener un asistente virtual ayudando todo el tiempo, cuyo producto podrá ser controlado por el primero. Sin embargo, adoptar masivamente un plan de inclusión de IA sin un alcance claro y delimitado, sólo porque es la palabra clave del momento, podría llevar a nuestra empresa a entrar en constantes pérdidas.

La solución: modelos específicos para necesidades puntuales

No se requiere un modelo grande de lenguaje para identificar un rostro. Hay modelos y soluciones mucho mejores que un LLM para la gran mayoría de los problemas industriales y financieros. Sin embargo, como son modelos rápidos y fáciles de programar (y de hackear, con muchísimos errores), en algunos minutos pueden existir prototipos de productos completos.

Sin embargo, un plan de mejora empresarial sobre estas implementaciones, podría ser implementar mejores y más certeros modelos para nuestros problemas, más “bobos” si así se quiere, pero eficientes. No es necesario usar un LLM como ChatGPT para realizar una predicción estadística de ventas, por ejemplo, aunque conectarnos a su API podría ayudarnos bastante a agilizar un producto viable.

Cada imagen idiota que alguien genera con ChatGPT, cuesta aproximadamente 4 centavos de dólar, según el propio ChatGPT. Dinero que sale de algún lugar. Esas 25 imágenes de Studio Ghibli por dólar, alguien las paga. Y vos no pagás nada, eso está claro. Son los inversores que sostienen la fiesta. Fiesta que, eventualmente, se terminará, y cuya cuenta nos va a llegar.



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Martín Longo

Director de Ánimadata y Business Intelligence Engineer. Quemadísimo, escribo acá mis opiniones.