Anna Sebastian Perayil tenía unos 26 años cuando entró a trabajar a Ernst & Young India, renombrada hace pocos años como EY.

Era su primer trabajo para una gran empresa, estaba muy emocionada de poder aportar a la economía familiar trabajando para una Big Four, una de las cuatro empresas más grandes relacionadas a la contabilidad en el mundo.

No es necesario ser contador para saber lo mucho que se sufre esta profesión, y más aún, lo que se sufre en una gran empresa en una temporada complicada. No hay más que googlearlo: 80 horas por semana es considerado poco.

Anna sufrió eso: pedidos insistentes de sus jefes, falta y privación de sueño, y por… dos pesos indios? Durante 4 meses, quizás por inexperiencia, y jefes demasiado exigentes, y un ambiente corporativo horrible, Anna perdió la vida, a causa de un pico fatal de estrés. Si, uno puede morir por estrés.

Carne de cañón

Hablemos un poco de lo que hacen las consultoras internacionales: una empresa o estado, generalmente de grandes economías, se acerca a una de estas consultoras para solucionar un problema de alguna índole (contable, auditable, tecnológico). Entonces, una consultora encomienda un plan de acción, generalmente atado a recursos propios, para solucionar tal inconveniente.

El negocio de las consultoras es resolverlo con personas de economías tercermundistas o en situaciones más desfavorables, a las que les paga una fracción de lo que una persona con su misma preparación costaría en la economía del cliente.

En la actualidad, Argentina y Colombia son consideradas punta en esta clase de servicios en América por su relación costo/beneficio, mientras que en Asia predominan Bharat (India) y Filipinas. Entre estas tres ubicaciones, se cubre 24/7 cualquier programa.

Sin embargo, en los países asiáticos, la cantidad de personas involucradas en grandes proyectos es inmensamente mayor, ya que cuestan un quinto (o menos) que un argentino. Podés googlear también cómo viven. Te sorprenderías.

Particularmente en Bharat (India), las leyes laborales no son tan beneficiosas como en estas latitutes: trabajan al menos una hora más por día, por un sueldo mucho más bajo que el de un argentino, para empresas de otros países donde no verán más cambios en su sociedad, que sus propios ingresos.

Y la cultura laboral… mamita. Conocí personas de Bharat (y tengo algunos amigos con los que me llevo bárbaro) y algunos son más humanos que muchos que conocí personalmente en algún trabajo. Pero no conocí al día de hoy ningún manager o persona de alto rango de origen hindú que tenga un aspecto humano. Parecían máquinas de humillar.

Lo conté en el capítulo de Globant de ÁnimaData (qué gordo estaba): mi peor experiencia profesional fue en un cliente donde todos eran de origen indio, aunque el manager vivía en USA. Me vi humillado y desacreditado por este manager. En ese cliente, de un equipo donde éramos dos personas, 3 compañeros, cubriendo ese segundo lugar, renunciaron, por este “tipazo”. Yo tardé algunos meses más, pero me fui también, y por la misma razón.

Sos un número

Cuando trabajás para una gran corporación u organización, tus sueños no importan. A nadie le interesa quien sos. Para tu jefe sos meramente una tarea para llegar al fin del día, y para tus compañeros, pares en el sufrimiento, o competencia.

No es necesariamente “malo”: ser el jefe de una gran multinacional no implica conocer a todo el mundo, por más que todos lo conozcan. Sin embargo, la humanidad se va perdiendo y lo que queda es lo que se puede proveer a la compañía. Así se califica. Es lo que a ellos les sirve. Es su negocio. Y a uno le pagan por ello.

Sin embargo, entiendo que se puede vivir más humanamente. Al funeral de Anna, nadie de EY se presentó. El CEO de India dijo que “no cree que la presión del trabajo la haya matado“.

No sos un número. Para tu gente, sos importante.

¡Suscribite al newsletter!