Paso 1: Bajá Cursor de acá.
Paso 2: Abrilo.
Paso 3: Describí el programa que querés hacer. La prueba para el ejemplo práctico será “quiero un jupiter notebook que me devuelva la imágen de una carta de Magic basada en su nombre”.

Paso 4: Esperá un ratito a que termine:

Paso 5: Corregí los bugs que puedan aparecer, como paquetes sin instalar.
Paso 6: Profit:

El código es tan estúpido que no me voy a gastar en subirlo a ningún repositorio. Y es verdad, esta prueba fue algo muy sencillo, meramente un librito de Python.
Pero quizás quiera algo más complicado, como levantar una API que me informe la temperatura de la ciduad de Rosario. Bueno:

Esto le tomó a Cursor 15 minutos en total, subrayándole yo algunas correcciones necesarias en el código pero nada demasiado equivocado.
Tareas así, simples, son ideales para que Cursor pueda resolver.
¿Cuánto me hubiese tardado a mí? Probablemente bastante más. Media hora si estoy iluminado y con práctica sobre el lenguaje.
Esto es lo que nos pasa a los programadores en general: por un lado, si sabemos lo que queremos hacer y nos damos maña con las correcciones, encontramos que podemos hacer las cosas mucho más rápido de lo que podría haber hecho solo.
¿Decirle que haga la app por mí y confiar en ella sin ser programador? No, no hubiese funcionado bien. Aún hay pequeñas cosas que corregir.
Sin embargo, esto mismo no era tan fácil hace 6 meses. Si no teníamos estos “agentes” (como Cursor) costaría mucho más copiar de ChatGPT (u otro) y ejecutar código.
Más que nunca, si no te acercás a la herramienta y la descartás de plano, sí, vas a tener problemas en tu trabajo en el mediano plazo. O quizás en el corto.