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Hemos soñado conque la inteligencia artificial iba a ser capaz de reemplazar a seres humanos, desde lo laboral hasta la parte afectiva. Con la irrupción de los grandes modelos lingüísticos y las interfaces simples e intuitivas (ChatGPT, Microsoft Image Creator), hemos visto como estas irrupciones han cambiado para siempre la manera de trabajar.

Pero fácticamente, no se ha descubierto nada nuevo.

A ver, ChatGPT es un gran asistente de código que me ayudó en más de una oportunidad. Pero tuve que hacer DESASTRES para que me funcione correctamente. Me dio código inútil que era una buena guía para arrancar. No me hizo ningún software por su cuenta, ni mucho menos.

Me facilitó horas de trabajo, pero no reemplazó mi intervención. Es una herramienta más, como lo es Visual Studio Code. Podría vivir sin la inteligencia artificial, aunque debería googlear más específicamente.

Hubo algunas demostraciones donde los modelos podían generar videos y películas. Sin embargo, generar una película basada en clips cortos es un problema: intentá decirle al chat de Whatsapp de Meta AI que “genere un chico rubio de un metro 70 con 5 pecas en su mejilla izquierda”. Fijate cuántas veces te da el mismo chico. Podés ser más específico, pero nunca jamás se verá igual en cada iteración.

Para colmo, correr un modelo como ChatGPT es sencillamente muy caro. Hay estudios que comparan el consumo energético de ChatGPT con países enteros. Esto sin sumar la infraestructura tecnológica con su consecuente desperdicio instrumental. Sin olvidarnos aparte de todos los problemas de copyright relacionados al entrenamiento de los modelos de IA.

Por todo esto, se considera que las inversiones sobre productos “IA” están decayendo y que los inversores son cada vez más excépticos. La IA no cambia la vida de nadie, al menos no como las start-ups vendieron en sus papers.

Quedará esperar a ver qué nueva palabra o mantra en sistemas será lo que robe el dinero de los fondos de inversión.



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Martín Longo

Director de Ánimadata y Business Intelligence Engineer. Quemadísimo, escribo acá mis opiniones.