En este artículo voy a referir un artículo anterior donde expusimos el daño irrecuperable sobre individuos, así como personas ideales (instituciones públicas y empresas) que sucede cuando se destruye el capital reputacional. La reputación perdida es tan difícil de recuperar que es más fácil iniciar de cero con otra persona.

Milei y el viejo régimen

Es visible en las acciones de individuos internacionales el entusiasmo que produce el gobierno de Milei, con embajadas repriorizando Argentina lo mismo que inversores de peso global. Esto viene a demostrar cómo el régimen anterior (que fue continuado por Cambiemos en su período) no tenía a la población cada día más empobrecida por el mythos de que intereses extranjeros, presionaban e impedían al régimen hacer justicia social.

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Contradictorio resultó pues que todos los funcionarios del régimen, que incluye políticos, sindicalistas, piqueteros y funcionarios judiciales, entre otros, al finalizar los ciclos se encontraban a sí mismos más millonarios mientras el resto del país, cada vez se encontraba más pobre. Lo que demuestra que la presión extranjera, el mito de los medios enemigos y toda esa historia de resistencia punk-peronista no era más que una mascarada.

En conclusión más que evidente, la postración general de la población, en tiempos de paz y sin catástrofes que pueda nombrarse, se debe a un régimen de latrocinio generalizado. Frente a un ajuste brutal, el silencio sindical, esas instituciones donde las elecciones son una farsa de lista única, fue atronador, explicado únicamente por el hecho de que muchos de ellos acaban sus carreras como diputados mientras los argentinos gozan de los salarios más bajos de latinoamérica y una baja considerable en todos los indicadores de bienestar, además de un auténtico éxodo de profesionales.

Por todo ello, y en línea con las investigaciones de universidades nacionales, la reputación de los funcionarios del viejo régimen está, de forma objetiva y justificada, en un piso histórico. Su reputación es menos que nula, es negativa. Pero lejos de conformarse con todos los tesoros saqueados en tan largo período, redoblan la apuesta bajo la creencia de ser dignos de algún honor sólo por el hecho de ocupar cargos que, sólo por miedo y cobardía, fueron continuamente refrendados en las urnas por no existir opción alternativa.

Mi postura

Como abogado mi deber es defender la ley, la Constitución y por sobre todo, la Justicia, entendida como valor supremo sin la cual no existe la Libertad y se la define como la voluntad continua y sostenida de dar a cada quién lo que le corresponde tal y como lo han definido Tomás Aquino, Aristóteles, Werner Goldschmidt y muchos otros. Al Derecho se lo entiende como un sistema lógico donde no debe existir contradicción no sólo entre las normas y leyes -al igual que un programa informático- sino también con su fin último.

El viejo régimen ha violado muchas normas de fundamental importancia, tal como la defensa del valor de la moneda nacional, el salario digno, y ni mencionemos proteger el honor y la dignidad de los ciudadanos y de los cargos del país. Su repetido accionar adrede malevolente e injusto han degradado el sistema republicano en sí y creado un terreno fértil para cualquier alternativa.

Mi consejo para las figuras públicas del viejo régimen, es que agradezcan y disfruten que el nuevo régimen no haya decidido (lo cual lamentamos) no hacer justicia y no obligarlos a restituir con sus fortunas y personas por haberse robado hasta la Esperanza. Que no los hagan pagar por todas las familias muertas, emigradas, separadas. Por el avance del narcotráfico y por todas las vidas consumidas para mantener privilegios.

Como abogado, mi honor me impide decir menos que las expresiones del Presidente se quedan muy cortas al lado de lo que el honor y la justicia demandan que se haga ya que se deben restituir décadas de familias y futuros destruidos sin piedad alguna. Parece una pesadilla sin límites ni final todo lo que va destapándose todos los días a lo largo de los años, inocentes asesinados, trata de personas, pobreza extrema, extorsión continua, falta de libertad sindical, falta de justicia, fondos fiduciarios desapareciendo miles de millones de dólares, fechorías de los hijos del poder, y tanto, tanto más.

El mito de que hay que hacer política se queda corto frente a la traición a la patria que fue comportarse como enemigos adentro de sus fronteras, oprimiendo a la población descaradamente en todos los ámbitos de lo público con una corrupción ética y moral completa. No tienen derecho alguno a hacer política tras tantas décadas de actos peor que fallarle al país, no confundan impunidad con derecho adquirido alguno porque la injusticia no deriva nunca en derecho.

El valor simbólico de las instituciones ya no existe, ustedes mismos lo han devorado, y junto con ello, cualquier rastro de respeto que pudiere quedar. Como abogado, no puedo menos que exigir, en estas humildes líneas, que se haga Justicia. Que se audite y se vaya hasta las últimas consecuencias contra toda la corrupción empobreciéndola y subyugándola de la misma manera que el país en estas décadas de democracia pasó de un puñado de pobres a más de la mitad de la población.

La gran deuda Argentina es la impunidad.

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Categorías: BlogPolítica

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Lucas Nicolussi

Abogado.