Esta es la décima de mis leyes. Ensayos filosóficos orientados a lo corporativo, para tener en cuenta todos los días.

Iba a escribir de cualquier otra cosa pero esto es base de cualquier puesta de valor o amor propio. Lo voy a apuntar desde el punto de vista corporativo pero literalmente vale para todo.

Usualmente las personas de sistemas no hacemos negocios con argentinos. Y no es porque nos hayamos vendido para el exterior ni se gane mejor. Ojalá fuera por eso.

Es porque renegar con clientes argentinos es literalmente un trabajo a tiempo completo.

Presté servicios de capacitación a una empresa en abril, por un monto cercano a los 80 dólares. No es mucho, entre sacar el auto, pagar el estacionamiento y preparar los encuentros es algo simbólico. Nuestro acuerdo implica que deben pagar hasta el día 10 de cada mes. Estamos al 20. No han pagado.

Y esto es totalmente normal.

Tengo conocimientos de grandes empresas de construcción que deben facturas a proveedores desde hace ya meses. Facturas de varios millones de dólares. Me consta que ese dinero estuvo listo para pagar, pero cuyos dueños decidieron patear el pago para hacer algo de “bicicleta financiera” y de paso, llevarse algunos pesos derivados de los intereses.

Claro, ¿cómo podemos confiar entre personas del mismo país, si por 10 entendemos 20 y por 20 entendemos “el mes que viene”?

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Y uno no quiere poner cláusulas, o aumentar los honorarios por esta causa. Pero hay que pensar hasta en esto cuando enviás un presupuesto. Increíble.

Contraejemplos a la ley

A veces hay que ser flexibles, sobre todo cuando queremos ganarnos a algún cliente (experiencia, exposición, etc.). Podemos permitirnos atrasos una vez cada tanto por algunas cuestiones puntuales. Pero que no se vuelva costumbre, o nos van a tomar de punto.