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La traducción del tema, que es intro del juego Lost Judgment de la saga Like A Dragon, la encontrás acá.


Creo que cuando alguien lee un blog o alguna cosa escrita en internet, sin dudas es la opinión de uno o varios autores. Este blog / newsletter no escapa de esa creencia, pero creo muy necesario aclararlo cuando hablo de temas importantes con una opinión muy definida, que puede parecer polémica.

Podés ver en mi mismo perfil de LinkedIn que formé parte de Accenture desde septiembre del 2014 hasta noviembre del 2019. Fueron años donde lo dejé todo y aprendí mucho. Sin lugar a dudas, no sería quien soy sin esa experiencia: cinco años cambian a cualquiera.

Durante ese tiempo, participé, directa o indirectamente, en iniciativas de inclusión y diversidad, no sólo de género sino también raciales y para personas con discapacidad. No puedo decir mucho de lo que hice o no para estas iniciativas porque los contratos se honran, pero es verdad que para casi cualquier persona que haya trabajado conmigo en esas épocas, sabrá que la empresa empujaba de varias maneras para “hacer cumplir” ciertas métricas de diversidad. Había mucha fuerza de marca en la inclusión y la diversidad, siendo una de las típicas empresas que se cambia el logo de colores en un mes en concreto.

Poco tiempo antes de mi renuncia, me enteré que en USA existían ciertos programas que brindaban incentivos fiscales a aquellas empresas que apoyaran la diversidad en sus firmas. Me preguntaba si Accenture había aplicado, pero claro, no tenía certeza alguna, ni tanto interés por saberlo.

Durante la semana pasada, Julie Sweet, CEO de la empresa de casi 800.000 empleados, envió un memo interno a la empresa diciendo en pocas líneas que Accenture abandonaba sus objetivos de inclusión y diversidad, plegándose al pedido de Trump a adherir a la “meritocracia”.

A ver por donde empiezo a explicar, porque evidentemente la cosa no queda muy clara para algunas personas y gobiernos.

¡Ey vos, mujer!

Las mujeres pudieron votar por primera vez en Argentina en 1951, hace apenas 74 años. ¿Por qué? Porque el voto estaba reservado para los varones, que eran quienes decidían, mientras las mujeres tenían, según la tradición, un rol de amas de casa.

Recién cuando las empezaron a tratar como “un intento de personas”, es que tuvieron algunos derechos, que hoy siguen peleando para mantener. Capaz nos olvidamos que la mitad de la población no tuvo derechos plenos en la historia reciente. Viene bien recordarlo.

En Estados Unidos, la población afrodescendiente sigue sufriendo castigos por su color de piel. Los latinos son muchas veces vistos como hijos de algún narco. Así, sobran muchos ejemplos más. No me quiero meter solamente en el tema de género porque es cliché y ya se ha escrito suficiente, pero claro que también entran en esta bolsa.

¿A quién le va mejor en las empresas? ¿Al hombre blanco o a la mujer negra? Según el mismo Accenture, el 30% de los directivos en su empresa son mujeres. ¿Serán los hombres mejores? ¿O hay algún sesgo de confirmación subyacente en la sociedad?

Las iniciativas de inclusión son necesarias hasta una normalización, hasta donde, de verdad y como DICEN querer todos, las elecciones para los empleos sean por “mérito académico y/o laboral”.

Las empresas mienten

Habrás notado que no publico nada de las empresas donde trabajo al momento de escribir con el nombre de las mismas, es decir, no me gusta que mi voz se mezcle con una corporación. Mis causas son mías, mi voz es mía, y hay gente a la que le pagan en algunas empresas para hacer press releases y medios. Yo no soy uno. Me pagan por otra cosa.

Conozco a más de uno que debe sentirse humillado por semejante decisión de Accenture de dejar de medir que tan inclusiva la empresa es. ¡Salieron con la camiseta de la empresa a marchar por la inclusión! ¿Qué es eso de sentirse “parte” de una empresa por “sus valores”? Los valores de una empresa cambian tan rápido como una ley. Una empresa que cotiza en NASDAQ no tiene valores, no tiene que dar la cara.

Accenture abandonó rápido su imagen de inclusión. Le costó solamente un memo. De eso no se vuelve, debería ser un golpe gravísimo para la imagen de cualquier empresa.

Querido lector, si vas a pelear por causas importantes, a favor de la inclusión o de la mal llamada meritocracia, hacelo, por favor, sin marcas empresariales, por amor a tu causa, sea cual sea. Todo lo importante en la vida, está muy lejos de cotizar en bolsa.



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Martín Longo

Director de Ánimadata y Business Intelligence Engineer. Quemadísimo, escribo acá mis opiniones.