Esta es la séptima de mis leyes. Ensayos filosóficos orientados a lo corporativo, para tener en cuenta todos los días.

Sé muy bien cómo me ve mi novia: un vicioso de los videojuegos, que le encanta la cerveza (negra o roja), que lava los platos y además, es un poco desordenado, aunque confiable también cuando se lo necesita. Soy la antítesis del hombre de antes que con un destornillador te arreglaba toda la casa. Y ella no lo espera. Y si lo esperara claramente mi novia estaría con el hombre equivocado.

Tendría un problema, claro está, si mi autopercepción se viera limitada a la persōna (en su significado en latín) que soy durante la mayor parte del día.

Durante el resto del día, puedo ser también consultor de empresas y programador en ingeniería de datos para grandes empresas del exterior, con una trayectoria de más de 15 años en sistemas a través de empresas de diversos sectores (energía, salud, alimenticios, consultoría, finanzas, y podría seguir).

Es importante, para transmitir confianza con ambas personas, asumir el rol que me ocupa en cada momento, completamente. Por ejemplo, no puedo permitirme dudar con mis sugerencias en una consulta, o dudar si tengo que abrazar a mi pareja si se siente mal por algo del día. La entrega al rol es completa, siempre.

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La duda es incongruencia

Confieso que a veces me resulta difícil cambiar de papel: quizás en un segundo estoy jugando con mi perra y al siguiente tengo que responder un mail con carácter. Y no, no llegué al punto de entrenar a una inteligencia artificial para que responda por mí.

Soy de las personas que resuelven y a quien muchos delegan, por lo que a veces tengo que pagar los costos de mi rol. Son costos que pago encantado, para no comprometer la integridad de la imágen que proyecto.

Que otros sepan lo que pueden esperar de vos, si es una cualidad positiva, es valioso.

El rol debe ser genuino

No, no puedo ponerme en un rol de seductor si no tengo armas para ello. Tampoco podría ponerme en el rol de deportista. Si no es una máscara de nuestra personalidad que crezca genuinamente de nosotros, el fracaso está asegurado.

Sólo hay que cultivar aspectos de nuestra personalidad que tengan asidero. Porque te puedo hablar de viajes y alcohol, pero no de maquillaje ni cuidado del cabello.

Contraejemplos a la ley

No los hay. Sé la versión de vos que debés ser en ese momento.