El valor reputacional en tu carrera
No se arriba de un día al siguiente, ni de un año al siguiente, a un escenario donde la democracia como sistema tiene un precio tan bajo, que no sólo un Presidente inagura su gestión dando explícita, y simbólicamente, la espalda al Congreso Nacional, sino que ha llegado al poder impulsado por no escatimar ningún desprecio y calificación de criminales hacia los integrantes de la clase política.
Y una vez en el poder, los acusa de coimeros, sin ninguna consecuencia. Parece poco, naturalizado, sin importancia. Pero en países de democracia mucho más madura, una frase de ese tenor tendría consecuencias enormes en muchos frentes. En cualquier país normal como mínimo un terremoto judicial es esperable, agregando un pedido masivo de renuncia por parte de los parlamentos hacia el poder ejecutivo o hacia un candidato.
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La razón de porqué es viable en Argentina, es muy simple. La reputación de los integrantes de la política está completamente sucia, y si bien la clase política (que abarca lo judicial y lo sindical también) es raro que goce de buena fama en ningún país, porque la política real, al fin y al cabo, implica llegar a compromisos donde nadie queda contento, en el otro lado del espectro está la mala praxis producto de la incompetencia atroz que permea y domina la política argentina, sumado a una verdadera actitud dolosa y dañina en beneficio propio sin cuidado alguno de las consecuencias. Todos los poderes tienen un alto número de improvisados y personas carentes de profesionalismo.
Si hay algo peor que ser malvado, es ser malvado y estúpido.
¿Qué es el Valor Reputacional y porqué me importa?
El capital más importante de una empresa, un gobierno o una persona, no son sus activos, sino su reputación.
Los millones de dólares que tendrían Insaurralde y muchas otras figuras asociadas a él de nada les sirvió para impedir que perdieran el gobierno nacional. Y no sólo eso, un extraño a la política llegó al poder y no pudieron impedirlo aún teniendo un aparato pago de propaganda que utilizó fortunas para fracasar en obtener una reelección. Y aún más, el peronismo se expone, al igual que la UCR (y antes de la UCR, el ya extinto PAN) a comenzar su declive y desaparición: Ha consumido su capital político – otra forma de llamar al capital reputacional.
Otro tanto ha pasado con los sindicatos, en los albores de su historia eran capaces de movilizar todo el país. Hoy su mala reputación existe por arriba del 90% de la sociedad según encuestas.
¿Cuánta resistencia puede haber en una sociedad en defensa de una entidad que ha perdido, por voluntad y decisión propia, su reputación? Así es como el autoritarismo llegó al poder y derribó las democracias en el pasado, cuando las instituciones se volvieron indefendibles frente a las carencias de la población. Hoy asistimos a un proceso reverso ya maduro, donde, tras la caída de la URSS, y pese a un aumento enorme de la productividad y los niveles tecnológicos, ya no se sostiene un estado de bienestar general de la población, que se usaba como valla de contención para evitar darle legitimidad -capital reputacional- al comunismo. Muerto el perro, dirían, muerta la rabia, ya no necesitamos el remedio político, basta de vivir bien.
Sos tu reputación. Si sos una empresa famosa por arruinar el medio ambiente, o por enfermar a tus consumidores, o por brindar un pésimo servicio, por mucho dinero que hayas ganado ¿Quién va a invertir en tu empresa?
En el mundo económico las expectativas de futuro valen más que las realidades del presente. En el presente podés ser la empresa / empleado más rentable del mercado, pero si tu reputación se vino abajo, tu valor de mercado se destruye. Así es como quiebran muchas empresas, ya que en su totalidad sobreviven en base a crédito y no en base a su liquidez.
Construir tu reputación es construir tu marca personal, y tu marca no es más que un espejo que representa quién sos en el ámbito de tu profesión. Y al igual que cualquier empresa, el individuo también se ve afectado por sus conductas por fuera del ámbito profesional. La reputación lo que crea es algo llamado confianza, que no es más que la confianza que genera invertir dinero (salario) en tu trabajo por parte de una empresa. Por lo tanto, construir reputación es la base y la esencia de una carrera exitosa y una vida personal enriquecedora.
La reputación no sólo se construye mostrando proyectos finalizados, sino mostrando los clientes satisfechos, compañeros de trabajo, colegas, los seres humanos que te rodean, que dan fe auténtica de esa marca personal.
Cuidado: Solamente actuar ya es sobreactuar. Una empresa puede hacer RSC y publicarlo sin parecer hipócrita –provisto que hagan las cosas de una manera muy ordenada–. Construir marca personal participando de caridad (o eventos de entrenamiento, etcétera) y sacándose fotos genera el efecto contrario y no es aconsejable contratar personas que se comportan como fariseos, la exageración es uno de los síntomas de personas afectas al engaño y la manipulación.
Es preferible mostrar discreción y autenticidad, por ejemplo, que terceros verdaderamente involucrados aporten agradecimientos en público por tu labor profesional. Invitar a las demás personas a participar de los eventos, y como resultado dejar un resumen de los puntos relevantes del evento fuera del vacío “Gracias X por este evento tan maravilloso, me cambió la vida” por millonésima vez.
La reputación tiene por efecto final la construcción de una red humana alrededor de valores compartidos cuya calidad final dependerá de tu propia calidad humana. Aunque resulte difícil de creer, las buenas personas, aquéllos que psicológicamente se caracterizan por dar en vez de quitarle a otros (en este estudio de referencia llamados “Givers”) se encuentran sobrerrepresentados en el tope de las métricas de personas exitosas en su carrera profesional. Los psicópatas y los devotos del egoísmo, aunque pululen por los pasillos y vayan por la vida causando daños, muy difícilmente lleguen al éxito.
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