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Mi hermano de 32, quien me conoce mejor que nadie, me dijo la semana pasada algo que me resume de manera perfecta: “Vos sos laburante, pero también preferís ser brillante a laburar“. No es mi pasión despertarme a las 8 de la mañana para hacer cosas de otros, pero claramente, permiten que mis proyectos sigan andando. Dependo de mis insights para funcionar y ser rentable.
Ahora bien, para mis propios proyectos y servicios, necesito que alguien los consuma. Nadie es autosuficiente y ningún partido político se animaría a decirlo: se depende de que una economía con varios actores funcione y se complemente para que la sociedad sea viable. Cualquier proyecto productivo que yo tenga necesita, entonces, que alguien lo consuma, o al menos, alguna actividad que lo sustente.
Entramos entonces en la parte comercial de los proyectos. Un buen producto no necesariamente venda bien si no hay marketing detrás, y en un principio, donde no contamos con presupuestos enormes para contratar una (buena) agencia de marketing, nos tenemos sólo a nosotros.
Mucha idiotez se ha escrito acerca de las marcas personales. ¿Esto existe? Por supuesto, pero no de la forma que se pretende vender. Cada uno de nosotros se refleja de una manera distinta a los ojos de otro. Dicho de otra forma, un poco más filosófica, uno no existe en la cabeza del otro como más que una idea. Por eso, el esfuerzo en una marca personal en ocasiones puede resultar equívoco: postear que sos un campeón con un descapotable vendiendo cursos de finanzas puede cautivar a adolescentes indefensos, pero ante el adulto con ojos entrenados no sos más que un pusilánime estafador.
El negocio en serio, ese que pretende ofrecer valor a la cadena productiva y ahorrar tiempo o dinero, requiere hacerse conocido en el mercado al que se apunta. Y la mejor manera de hacerlo es ir a poner la cara frente a los potenciales clientes y colaboradores. Es una noticia terrible para alguien tan cerrado y técnico como yo, pero en lugar de cambiar la realidad, tuve que adaptarme.
Si quiero vender mis servicios, como líder de una agencia, al mercado local, tengo que posicionarme yo en tal mercado primero, antes incluso de tener un sitio web. Lo mismo vale para el cliente internacional: la presencia suma muchos puntos en foros y convenciones de tecnología.
Creo que tácticas de cómo acercarse a la gente hay tantas como personas en este mundo. Sin embargo, hay un lema que intento llevar adelante cada vez que conozco a alguien, en cualquier circunstancia en la vida: “ojalá que cuando me conozcas pueda hacerte la vida un poco mejor“.
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