Tuve mi primer trabajo como desarrollador de sistemas a los 21, allá por noviembre del 2012, y ganaba el equivalente a 933 dólares mensuales, aunque por ese entonces el dolar estaba limitado en su compra (igual que ahora), por lo que considerando esta cotización, ganaba 710 dólares, equivalentes hoy a 271.000 pesos.

Luego, cambié de trabajo en septiembre del 2014, nuevamente, por 9200 pesos, equivalentes en ese entonces a 590 dólares en blue. Estuve 5 años trabajando en esa empresa, terminando con un sueldo de 658 dólares. Es decir, no sólo en dólares no incrementé mi sueldo en Argentina a lo largo de 7 años, si no que también, a pesar de ascensos, perdí un casi un 8%.

Ese mismo noviembre, renuncié y tomé un trabajo en otra empresa. Saltando de trabajo, había logrado aumentar mi salario en un 75%. Sólo con ese movimiento.

Fijate qué loco: mi salario en una misma empresa había crecido, en términos de dólar, un 11,5% en 5 años, mientras que cuando cambié de empresa, de un día para otro, multipliqué por 7 ese aumento.

Las empresas no van a regalar dinero, porque están hechas precisamente con la razón de ganarlo. El salario de los empleados es en toda empresa el costo más alto, y cuando hay una masa laboral muy grande, conviene que la mayoría gane muy por debajo del promedio. Los aumentos por promociones usualmente son muy bajos en algunas empresas (rondan un 9 o 10% en términos reales), pero vienen cargados de mucha más responsabilidad. Sólo cuando la masa salarial se reduce considerablemente, es allí que se planean algunos artefactos de retención, como aumentos de sueldo globales, beneficios, ascensos masivos, entre otros.

No quiere decir que las empresas que pagan poco no valoran a sus empleados ni mucho menos. Más bien, es lo contrario. Sólo un profesional que sabe lo que puede ganar, negocia su valor. Desgraciadamente, el valor que uno cree cotizarse, y el valor que la compañía donde trabajamos puede pagarnos, usualmente son valores distantes. En este caso, no quedan muchas más opciones que emprender la retirada. En algunos casos, pagando costos bastante altos, como dejar un equipo donde se está cómodo, y una rutina a la cual nos acostumbramos.

Mi recomendación personal es que cualquier aumento menor al 20% sobre un empleo donde hay comodidad y certidumbre, no merece análisis: hay que descartarlo. Sin embargo, si supera este porcentaje, una lista de pros y contras es un buen inicio para elegir la mejor opción para nosotros.

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Aprendé Power BI desde Cero con el curso de Power BI de Ánima Inteligencia con Cecilia Torres. Apurate, quedan pocos lugares!


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Martín Longo

Director de Ánimadata y Business Intelligence Engineer. Quemadísimo, escribo acá mis opiniones.