¡Suscribite al newsletter!

La verdad incómoda de la educación argentina es que la universidad pública nacional hoy no le sirve a nadie más que a los hijos de la clase alta y los ricos y la clase media alta.

Javier Milei

En ingeniería, carrera que no terminé pero me hubiese encantado, en todas las materias con alguna carga de matemática, existe un axioma que dice “si hay que probar algo por cierto, hay que probarlo por cierto para todos los valores, mientras que para demostrar algo falso, un sólo ejemplo es suficiente”. No sólo que hay un ejemplo para demostrar que la pelotudez (perdón mi francés) que dijo Javier Milei sobre la universidad pública es falsa, si no que hay cientos, y es un gran transformador social, por lo que dista de ser excepcional.

Lo que Javier tuvo, en estadística se lo conoce como un sesgo, una evaluación equivocada de la realidad en base a un muestreo equivocado o en creencias insostenibles. Es como que una encuesta te diga que en Argentina tenés 0% de pobreza pero se evaluó el Country Kentucky de Funes (en estadística, sesgo de selección).

Bien se sabe que Javier en sus declaraciones rara vez dice una verdad absoluta, si no que son más bien dirigidas a su público duro (sesgo de convicción), y más aún en estas épocas donde su imagen positiva está cayendo. En rigor, es propio de todos los políticos, y no solo de uno en un mal momento.

Tanto en análisis de datos como en la vida misma, es nuestra obligación como profesionales y personas responsables reconocer los sesgos presentes en los análisis y dichos de otras personas. Nos permite, entonces, evaluar mejor nuestros resultados y contraponerlos a la objetividad.

Vamos a hacer un repaso por los más sesgos más comunes en las personas.

Sesgo de confirmación

Como lo indica el nombre, siendo este sesgo el más común, se busca que los hechos se correspondan a estudios o evidencia que se correspondan con nuestras creencias. Por ejemplo, un hincha de algún equipo de fútbol que se queja que un DT no es bueno para el club que dirige (Demichelis con River), sin tener en cuenta que el rendimiento fue, matemáticamente hablando, realmente muy bueno, pero apoyado en el sentido de que “el equipo no se luce”.

Sesgo de convicción

Esto es verdad porque yo así lo creo“. Creo que este es el sesgo más político que existe, el de identificarse del lado correcto de la historia. Los líderes políticos tienden a mantener un discurso encendido para mantener viva la llama de la pasión, con lo que lleve a sus votantes a creer que votarlo es lo correcto, a pesar de otras alternativas quizás menos llamativas.

En Argentina podemos identificar a Cristina Kirchner y a Javier Milei como los máximos exponentes de política en aprovechar este sesgo.

Sesgo de apariencia

Es considerar la opinión de alguien en base a su relevancia social o física, o incluso familiaridad. Creemos que las características positivas (aparentables) de una persona hará que lo que diga tenga (para nosotros) razón. Es ese pibito bien trajeado y presentable que va a una fiesta, que en realidad sólo es bueno socialmente, aunque solamente sea una fachada.

Sesgo grupal

“Yo pienso por mí mismo”. Muy difícil cuando te juntás con personas cuyas corrientes coinciden con lo que considerás tuyas, y cuando callás voces contrarias a esa corriente. “Lo que le hacemos a este pibe está mal”, pensaba uno entre 50. Obviamente no iba en contra de los otros 49, porque posiblemente era estar en contra de un grupo que lo contenía. La pertenencia es un valor fuerte en grupos sociales, quizás más de lo que objetivamente debiese ser.

Sesgo de superioridad

Nos cuesta, por lo general, ver nuestras propias fallas, aunque somos muy rápidos para detectar las ajenas. De hecho, muchas veces pensamos que cuando el otro comete una falta es por una torpeza y su culpa, mientras que si la falta es nuestra, usualmente estará relacionada a circunstancias fortuitas. Somos mejores que el resto, o al menos nos gusta pensar que así lo somos.

Todos tenemos sesgos, y nos hace humanos. Reconocer los nuestros y los ajenos, nos ayuda a tener conversaciones más honestas.



Desde Ánima queremos ayudar a una fundación sin fines de lucro que promueve el aprendizaje de las personas que menos tienen.

Por eso, toda donación recibida durante 2024 será donada a la Fundación Fonbec, que podés investigar acá.

Compartiendo la nota, dando like o comentando abajo, nos ayudás un montón. También aportás suscribiéndote a nuestro canal de YouTube.

Avatar photo

Martín Longo

Director de Ánimadata y Business Intelligence Engineer. Quemadísimo, escribo acá mis opiniones.