Hay algunas empresas que consideran que la presencialidad obligatoria es la mejor forma de controlar el crecimiento de su empresa, su producción y a sus empleados. Si bien cada empresa tiene sus reglas y cada empleado puede decidir si trabaja allí o no (aunque no siempre, claro), dejo mis tres impresiones acerca de por qué el trabajo obligatorio de 8 a 5 en la oficina no va más:

  • Pérdida de talento: Contratar empleados o colaboradores remotos permite a las empresas acceder a talento que no sería posible alcanzar en un trabajo presencial. Si una empresa tiene sede en Buenos Aires y obliga a personas a ir a la oficina todos los días, alguien de Río Gallegos, pleanamente capacitado, no puede aportar su talento allí.
  • Pérdida de tiempo: 500 horas anuales (a veces más, a veces menos) perdidas en ir y volver a trabajar son irrecuperables. Son literal 20 días, o lo que es lo mismo, un mes de productividad (sin contar fines de semana). No estoy diciendo que una empresa vaya a ser un mes más productiva, pero sí que los empleados van a sentirse un mes más descansados y motivados. Y un mes en un año es mucho tiempo.
  • Pérdida de energía: es un desperdicio al medio ambiente agotar combustible sólo para ir a trabajar. Ni hablemos de los costos de energía que la empresa tiene que incurrir sólo para tener las oficinas activas. En los casos que sea posible trabajar remotamente, no se necesitan grandes estructuras ni logística. En Argentina, un día laboral desde casa cuesta sólo unos pocos dólares.

¿Creés que hay algo más que se pierda en la presencialidad obligatoria? ¡Comentalo debajo!

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Martín Longo

Director de Ánimadata y Business Intelligence Engineer. Quemadísimo, escribo acá mis opiniones.