La política lleva a niveles de fanatismo impresionantes. Cada vez que hay elecciones, el rival es, como mínimo, un vendepatria que vende bebés secuestrados.

Este año, en estas elecciones, este hilo de argumentación, que es básicamente “el que no piensa como yo es mi enemigo y merece ser aniquilado” alcanzó niveles altísimos.

El peronismo en particular, sin reparar en sus errores y de la gestión peronista en 28 de los últimos 40 años. “Yo sé que no estamos bien” decía Massa en un spot. Es tan alevoso como decir que en la dictadura sólo se cometieron “excesos”.

No estar bien es que los pibes no sepan resolver un problema matemático en la escuela, y vayan sólo a comer. No estar bien es que durante el gobierno de Alberto se haya perdido (hasta ahora y en promedio) un 38% del poder adquisitivo en dólar blue de la gente. No estar bien es no poder alquilar. No estar bien es que falten insumos para producir.

Y hay más ejemplos.

¿Por qué Milei es opción?

No, no es porque su vice intente revindicar a las víctimas del terrorismo. No es porque se hablen con los militares y reduzcan al minimalismo su acción, por la que aún se debe dinero y verdad.

Milei es una opción porque la gente quiere comer y llegar mejor a fin de mes. Algo que, este último gobierno del que Massa es parte, no ha logrado.

Entiendo que haya gente que defienda a Massa. Entiendo que Milei carece de las herramientas necesarias para ser un buen líder de Estado y que le falta aparato político. Que se negó a la casta y la casta ahora es parte de su armado.

Pero hay que entender también que el votante de Milei no es necesariamente un incel que no vió una teta nunca en la vida real. Quizás, es ese amigo tuyo que quiere que tus viejos y vos estén mejor, y que no ve en Massa una solución.

Estoy también bastante cansado del fanatismo idiota de algunos privilegiados peronistas que defienden “los derechos adquiridos”. Claro, ganan en dólares, viajan al exterior y te dicen qué tenés que votar porque si no, vas a perder tus derechos.

Sí, confieso, me preocupan las minorías. Que Victoria Villarruel esté en contra del matrimonio igualitario es algo que no quiero.


No me interesa ya ser amigo del fanático. Puedo debatir con un peronista, pero no con un fanático. No hay una lógica atrás de ello. Sus ideales son distintos a los míos. Para ellos quizás es más importante que el próximo presidente no sea de derecha. Para mí, y perdón mi crudeza, que la gente coma.

Si me vas a acusar de algo por todavía no definir mi voto, por favor, no me leas más, andate y desaparecé. No sumás nada a la democracia.

Actualización 17/11 – 15:13: Correcciones y links sumados con respecto a algunos datos. Gracias a Milagros Domínguez por el aporte.

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Martín Longo

Director de Ánimadata y Business Intelligence Engineer. Quemadísimo, escribo acá mis opiniones.