A mi hermano menor se le rompió el disco duro de su PC. Era un disco de estado sólido de 240 GB Western Digital, y de un momento a otro se rompió (rarísimo). El disco está en garantía, pero mientras, mi hermano necesita una PC para estudiar. Ya demasiado difícil es estudiar programación en el secundario, peor hacerlo aún en un celular.

Un disco de estado sólido de esa capacidad está, en Estados Unidos, 17 dólares. Y ni hablemos de los salarios allá, que son bastante más altos que acá, rondando los 8k todos los meses. Es verdad que el costo de vida es mucho mayor, pero claramente un disco así no es un problema.

Acá en Argentina, ese disco, hoy (porque acá los precios cambian siempre) está $14.200, lo que serían unos 33 USD… al cambio “no oficial”. Al oficial está casi el doble, 65.

Entiendo muy bien que la tecnología sale más que en los mal llamados “países de origen” por los costos de logística y todo lo demás… Pero los discos se fabrican en Taiwán. El costo de logística debería ser similar, pensaría uno. ¿Logística? Somos uno de los países más baratos del mundo a nivel combustible (por enormes distorsiones en los precios claro está). Tengo entonces dos incógnitas para despejar la ecuación: importadores e impuestos.

Puedo levantar el dedo y acusar rápidamente a los importadores: empresas de software venden sus servicios por dos pesos: Netflix y Spotify están mucho más baratos en dólares acá que en sus países de origen, y los servicios de Microsoft están pesificados. Entiendo entonces que el importador tiene que remarcar porque “no sabe a cuánto tiene que reponer el producto”… el tema es a cuánto. Además, sumando a este interrogante, es sabido que algunas empresas de informática aprovechan a hacer sus chanchuyos.

Esto, está claro, no pasaría si no existiesen grandes distorsiones en el sistema cambiario argentino: que existan rulos por los cuales algunos vivos se quedan con las nulas reservas argentinas, y se llevan una ganancia extraordinaria. Tenemos muchísimos problemas estructurales y empezar a resolverlos es ayudar a la baja de precios, sin dudas.

Por otro lado, los impuestos para traer tecnología son altísimos. Te creo si hay competencia nacional donde haya que hacer proteccionismo (hasta Estados Unidos apela a esta medida), pero no si es algo que acá no se consigue o fabrica. ¿Cómo pretendemos ser un país potencia en servicios si vendemos insumos al doble de lo que salen en otros países, considerando un salario mínimo de 180 dólares mensuales, y una media de un trabajador de oficina de 400 (con suerte)?

El problema de nuestro país está lejos de ser una inteligencia artificial que nos domine cual Skynet en Terminator. El problema de nuestro país son los gobiernos artificiales, con medidas artificiales, y discursos, si, de ChatGPT.

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Martín Longo

Director de Ánimadata y Business Intelligence Engineer. Quemadísimo, escribo acá mis opiniones.