Esta es la catorceava de mis leyes. Ensayos filosóficos orientados a lo corporativo, para tener en cuenta todos los días.

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Podemos coincidir ampliamente que Taylor Swift es la artista más influyente de la actualidad. Te puede no gustar su música (y hace años que lo que hace no es bueno), pero dudar de su poder y alcance con el público es de ingenuos.

Taylor vende autenticidad: desde chiquita quería ser famosa, que la gente cantara sus canciones. Tenía problemas con sus relaciones, le gustaba salir con sus amigas, y claro, tenía facilidad impresionante para contarlo en palabras claras y en canciones pegadizas.

Su historia, atravesada por lo que ella consideraba traiciones, fue apoyada por millones de personas, equivalente, sí a, millones de dólares.

Javier Donaldo es un personaje controversial, con varias apariciones televisivas a sus 40 años. Era exitoso y tenía fama, además del aval incondicional de un pequeño grupo de gente. Sin embargo, ese aval incondicional llegó al oído de poderosos grupos económicos, que vieron en Javier la cierta posibilidad de que su agenda esté presente en la política.

Dinero, operaciones, discursos falsos, juicios, y sobre todo, una fantasía colectiva latente y constantemente explotada: “todo tiempo pasado fue mejor” (nota del editor: los huevos).

Fue electo presidente, incluso con menos votos que sus adversarios en las elecciones generales.

No hablé de Trump o de Milei, hablé de los dos. Donald ganó por el sistema de votación por representantes de Estados Unidos, mientras que Javier ganó por desempate electoral.



Todos queremos pertenecer

Lo dije en la segunda ley, todos queremos ser parte de algo más grande que nosotros. Un líder carismático, una misión clara, un enemigo común, participación en los medios y una narrativa simple para que el público se identifique es todo lo que se necesita.

Las personas que quedan en la memoria no son más que construcciones que responden a ese esquema. Por ejemplo:

  • Taylor Swift quiere ser la reina pop, contra el patriarcado y la industria que están en su contra, a través de la música, cantando canciones mayormente sobre el desamor.
  • Donald Trump quiere ser presidente de Estados Unidos, con el partido demócrata como su enemigo, a través de las redes y los medios tradicionales, prometiendo hacer a Estados Unidos grande de nuevo.
  • Messi quiere ser el mejor jugador de su tiempo, contra los árbitros como enemigos, a través de la televisión e internet como testigos, prometiendo darle una alegría a la gente.
  • Tu jefe quiere ganarse un bono en la empresa donde trabajás con el, contra (seguramente) algún competidor de su mismo rango, a través de los canales de comunicación corporativos, prometiendo que si sale el trabajo que te pidió vas a hacer una diferencia en la sociedad (si, lo escuché).

Sean tus metas honestas y altruistas, o egoístas e inconfesables, sin carisma, visión, enemigos, medios y narrativa es imposible avanzar. Sólo cuando el reconocimiento proviene de las masas es donde las grandes metas sociales empiezan a tomar forma.

No puedo decirte que no le creas a nadie, porque la adhesión y el apoyo a las narrativas es tan personal como que no te gusten las aceitunas, pero sí que sepas distinguir el marketing de la realidad.

Contraejemplos a la ley

Nunca está de más ser cauteloso con las palabras repetidas en los medios y en nuestros círculos sociales. Y más en estos tiempos, hay que recordar que porque un post se llene de likes no quiere decir que sea bueno para la gente, o siquiera cierto.

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Martín Longo

Director de Ánimadata y Business Intelligence Engineer. Quemadísimo, escribo acá mis opiniones.