Esta es la segunda de mis leyes. Ensayos filosóficos orientados a lo corporativo, para tener en cuenta todos los días.

Es una gran verdad que tardé mucho en entender, pero una vez que la entendí y la empecé a interiorizar, empecé a aceptarla, y a hacer uso de ella.

Nos cuidamos (y nos destruimos) entre nosotros

Desde antes de que empiecen a escribirse las palabras, los seres humanos nos agrupamos para sobrevivir ante lo hostil y desconocido. Claro, desde ya, cuando nuestros antepasados prendían fuegos y hacían ruidos, ahuyentaban a las bestias, a la vez que llamaban la atención de otros humanos a unirse a la camada.

Esto sigue siendo así en el mundo contemporáneo:

  • En nuestra juventud, tendemos a hacer grupos por afinidad o competencia. Si sos de un pueblo es normal que te juntes con gente del mismo pueblo.
  • En la temprana adultez, cuando ya competimos por nuestro sustento, armamos lazos profesionales. Nos juntamos con los que piensan parecido a nosotros, y tendemos a enemistarnos con gente de otra área, muchas veces sin más otra causa que la competencia.
  • En el deporte, por alguna estúpida y primitiva razón, hay personas a las que algunos colores les despierta pasión, mientras que otros les despiertan el odio más enérgico, al punto de violentarse.

Muchas veces, el instinto de la autopreservación que genera la pertenencia a un grupo implica una posibilidad certera de destrucción del individuo: desde el rechazo social de los propios, como así daños irreparables a nuestro ser.

Por ejemplo, algunos empleados de X (antes Twitter) sacrificaron horas de su vida apenas la misma fue adquirida por Elon Musk, sin salario acorde, por el bien de una visión. Muchos de estos empleados fueron despedidos, y la firma vale hoy en día, mucho menos de la mitad de lo que valía pre-adquisición.

Si, la pertenencia nos quita la razón. Porque pocas cosas son más brutales que la soledad.

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Comportamiento de manada

En una empresa en la que trabajé, durante la pandemia, un grupo de chicas, “amigas” entre ellas, decidieron mudarse a otra empresa. Es verdad, había mucha diferencia entre un sueldo y otro, además que lograron un dinero allí por el cual estarían años compitiendo si se quedaban donde estaban.

Obviamente, el dinero no fue la única razón por las cuales estas chicas renunciaron masivamente a sus trabajos: hay un sentido de pertenencia a un grupo, ganas de “no perderse nada” de lo que pasara en ese círculo profesional que habían construido.

Sin embargo, eso tenía una contra importante que este grupo no tuvo en cuenta: su carrera profesional. Al día de la fecha, ninguna de ellas ha crecido y ampliado tanto su currículo como aquellas que prefirieron quedarse, y quienes así lo han hecho, han obtenido trabajos triplicando el sueldo de aquellas que decidieron “cuidarse entre ellas”.

Esto es sólo una impresión, pero en mi universo conocido es una verdad absoluta: las mujeres resignan más dinero y carrera que los hombres, por su sentido de pertenencia hacia su círculo social.

Primero lo importante

Mi círculo y mi grupo de pertenencia está compuesto por mi novia, mi familia y solo algunos amigos cercanos, a los que les debo mi lealtad. No me caso con ninguna empresa. No me siento más parte que la contractual de aquellos lugares donde estoy.

Competí por afuera, trabajando por vos.

En las mismas manadas hay competencias. Recordá que en la naturaleza el concepto de “macho alfa” existe. Competir dentro de una manada me parece contraproducente. ¿Cuántos casos de outsiders ganan un lugar más elevado de aquellos que compiten desde hace años? Mirá a nuestro presidente, por ejemplo.

En Ánima, no le pido a nadie que haga algo distinto a lo que hago yo: pongo reglas claras, si no se cumplen se termina la relación. Y si se cumplen, lo que normalmente pasa, ven los frutos de su trabajo. Nada de pertenencia o de sacrificios, más que con ellos mismos.

Evitá ser parte explícita y exclusiva de un grupo, cuando haya otro en frente.

Excepción a la ley

No traiciones a tu grupo donde declarás lealtad por sobrevivir. En general, no traiciones a nadie y sé franco a tu palabra. Y por supuesto, no regales tu pertenencia a ningún grupo.

Desde Ánima queremos ayudar a una fundación sin fines de lucro que promueve el aprendizaje de las personas que menos tienen.

Por eso, toda donación recibida durante 2024 será donada a la Fundación Fonbec, que podés investigar acá.

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Martín Longo

Director de Ánimadata y Business Intelligence Engineer. Quemadísimo, escribo acá mis opiniones.