Esta es la cuarta de mis leyes. Ensayos filosóficos orientados a lo corporativo, para tener en cuenta todos los días.

Tengo una amiga que conocí en un coworking. Bah, hace rato que no hablamos pero la considero amiga. Ella estudia marketing y quería dar un paso hacia adelante en su carrera, por lo que ella quería consejos sobre su carrera. De marketing yo se lo mismo que dar un centro a la cabeza de un compañero, así que, caminé un poquito y la puse en contacto con otra persona, que también se dedica a marketing pero tiene un carrerón armado.

Mi amiga pareció escuchar a la gurú de marketing, y siendo honesto, parecían excelentes consejos. ¿Qué hizo mi amiga finalmente con esos consejos? Absolutamente nada.

Durante la pandemia, bajo el conocimiento que trabajo para empresas del exterior, algunas personas se pusieron en contacto conmigo para aprender. Si me leés acá es porque más o menos sabés como soy, me gusta comentar lo que sé, y muchas veces sin recibir dinero a cambio.

Sólo una persona de estas fue capaz de llevar estos consejos adelante (junto con claramente muchos otros ajenos), y para mi enorme agrado, ya tiene su trabajo para el exterior, mucho más libre que su (ahora) ex trabajo.

Queremos jugar bien al fútbol pero no practicamos un carajo

Cualquier deporte es una comparación directa a nuestro crecimiento personal. Entrenar, jugar, practicar, son cosas que nos van a sacar bueno en la competencia. Mágicamente no vamos a podar pegarle de lejos y que entre en el ángulo. Pegarle requiere técnica, encontrar nuestro lugar, conocer nuestra pegada.

Lo mismo pasa con cualquier cosa en la que querramos mejorar. Te pueden decir en qué mejorar, pero si no lo ponés en práctica o lo intentás, no vas a mejorar nunca. Por ósmosis no se aprende.

No gastemos pólvora en chimangos

Aprendí que el dinero es un gran motivador. Si vas a enseñarle a alguien o lo vas a ayudar, cobrale. No importa si es mucho o insignificante: cobrale. Cuando algo deja de ser gratis y tiene un costo, se lo considera escaso y valioso.

Regalar consejos es una estupidez mayúscula, porque podrían no ser pedidos o incluso, quizás, ignorados. Salvo que sea un gran amigo o familiar, guardemos nuestros consejos (siempre que sean calificados y sepamos de lo que hablamos, claro) para alguien que esté dispuesto a escuchar.

Contraejemplos a la ley

Los consejos y esfuerzos siempre serán gratuitos para buenos amigos y familia cercana. Claramente no podés cobrar todo y depende más del horizonte que apuntás. Si querés ganarte a un cliente, conviene mostrar algo de lo que sabés para demostrar autoridad sobre el asunto.


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Martín Longo

Director de Ánimadata y Business Intelligence Engineer. Quemadísimo, escribo acá mis opiniones.