Esta es la novena de mis leyes. Ensayos filosóficos orientados a lo corporativo, para tener en cuenta todos los días.
Siempre hay uno que piensa que haría mejor las cosas que los demás. Un mejor trabajo, una mejor dirección, una mejor entrega. Piensan que su jefe es un idiota, que el organizador en el grupito de fútbol es un idiota, que la de recursos humanos es una idiota.
En muchos de estos juicios, al emitirlos se piensa que, por alguna clase de iluminación divina, se tiene más maestría sobre un asunto que otra persona. Creo que la gran mayoría de nosotros, sobre todo en nuestra temprana adultez, tuvimos estos juicios. Sin embargo, esto es un problema si a esta percepción la hacemos pública en nuestro círculo cercano. La persona aludida puede enterarse de nuestros comentarios o tomar represalias, o por qué no, invitarnos a tomar tal rol y quedar en evidencia de idiotez.
La amistad corporativa no existe. Todo lo que le digamos a otra persona en confianza puede y muy probablemente sea usado en nuestra contra (y rara vez a nuestro favor). Esto va muy de la mano con la primera ley (la gente busca lo mejor para sí misma).
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Quedar en evidencia por un comentario mal hecho puede ser dañino y meternos en compromisos y cargas que quizás no sean las que queremos. “Si, yo puedo hacer este reporte”, “si, yo me encargo del refresh a las 20”, “si, estoy dispuesto a tomar trabajos de guardia”. ¿Te imaginás a Galperín haciendo una guardia porque la base de datos de MercadoLibre Argentina no funciona? Los grandes líderes eligen bien qué responsabilidades tomar, qué delegar y plantarse cuando algo no corresponde. Conocen los inconvenientes de “quedar pegados” en algo que no les conviene.
Es bastante público que los equipos de marketing de grandes empresas les piden a sus caras visibles (los que aparecen en los diarios como líderes) que moderen sus comentarios. No lo hacen, a costa de perder inversores o financiamiento. Piensan que su producto o rol los hace invulnerables a la crítica. Se consideran incluso mejores seres humanos por quejarse de un sistema tributario que no padecen, porque tributan en el extranjero.
Hablar de más puede hacer crujir nuestra confianza, y meternos en problemas y responsabilidades no buscadas.
Contraejemplos a la ley
Las alianzas corporativas existen, precisamente también por la primera ley. La información es poder y circular la autopista de datos nos podría poner en ventaja. Para ello, hay que elegir bien qué compartir, y con quien, para que sea de mutuo beneficio.
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