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“Oh, no me ascendieron este año. Seguro será el que viene.”

“Gano poco pero seguramente no pueda conseguir nada mejor.”

“Mirá a este cómo le está yendo, seguramente debe haber hecho favores.”

“Merezco más reconocimiento por mis certificaciones y mi antiguedad.”

Reconozco estas frases y muchas más. Incluso yo mismo recuerdo haberlas dicho. Quizás no sean enteramente faltas a la verdad. Quizás no te ascendieron porque no estabas listo. Quizás no podías conseguir nada mejor por tu preparación en ese momento. Quizás esa persona de la cual sentías envidia hizo cosas inconfesables. Quizás merecías más, pero tus superiores no lo vieron. Cualquiera de estas cosas puede suceder.

Creo que el ser humano es propenso a encontrar excusas que le cierren, que lo satisfaga y evitar, en muchas ocasiones, ver su responsabilidad en los resultados. Y es en este punto donde quiero detenerme.

Supongamos el mejor de los casos: que tengas razón. Si, puede ser culpa de tu jefe que no hayas ascendido. ¿Estás haciendo bien las cosas? ¿Estás en el lugar donde vas a tener el reconocimiento que buscás? ¿Vale la pena seguir peleando en ese equipo?

Conocí dos grandes personas, referentes en mi área, tipos pasados sus 50 años, que se dieron cuenta que en el lugar donde estaban, si bien eran queridos y respetados por sus pares y dirigidos, no lograban el reconocimiento económico y corporativo que buscaban. Cuando “abrieron la cancha” y empezaron a buscar otras opciones, se dieron cuenta que les abundaban. Uno hoy, tiene un cargo jerárquico muy importante en una empresa multinacional ligada a finanzas, quizás la más importante del mundo en su rubro. Tomá pa vo.

La carrera la hace uno

Esperar hacer camino de carrera en una empresa durante décadas me parece la idiotez más grande que cualquier empleado calificado puede optar. Voy a intentar hacer un ejercicio imaginativo de lo que hubiera pasado si me hubiera quedado en mis primeros tres trabajos y no hubiera abierto mis horizontes:

  • Si siguiera en la Pyme donde trabajé hace ya 10 años, no tendría la mitad de exposición a otras culturas que tengo hoy. Mucho menos hubiera perfeccionado mi segundo idioma, y ni hablar de quedarme trabado en tecnologías de hace ya más de dos décadas.
  • Si hubiera continuado en una empresa muy conocida de más de 300k empleados en el mundo, y comparando el rol de pares míos hoy por hoy, estaría, primero, obsesionado por una escalera corporativa estresante y poco gratificante, además de que, conociendo la experiencia de mis compañeros, me habría dado cuenta de que mi esfuerzo nada valía, si no que la necesidad de negocio era lo que iba a lograr mi promoción. Sería un tipo amargado, me conozco.
  • Mi salida del unicornio argentino más importante en tecnología, la busqué por la falta de seguimiento en lo profesional. Se me fueron tres personas que “estaban a cargo de defender mi promoción”. Podría haber seguido allí esperando a que “justo caiga alguien para guiarme y defender mi promoción merecida”.

En cada momento, en cada cambio, noté que mi carrera no iba a poder continuar en esos lugares. Empezaba, en cada momento, a tener más claro de lo que quería para mi vida y mi carrera profesional. Y ciertamente no pasaba por los requisitos de esos negocios. Yo defendí los míos. Por más que haya mucha gente que diga que “falta tal o cual cosa para tu promoción”, vos mejor que nadie sabés qué es lo que te falta.

Y en cada salto me desarrollé. Sin duda alguna.

Mentores

Hay que tener muy cerca a las personas que, creemos, hicieron la carrera que queremos hacer nosotros. A mi mentora, por ejemplo, le contaba cada vez que podía de mis logros, mis aciertos y mis fracasos. La invitaba a tomar algo cada vez que iba a Buenos Aires. Discutíamos largo y tendido acerca de lo importante que es probar cosas nuevas, en creer que nosotros éramos capaces de pelear contra cualquier bicho que saliera, sea tecnológico o burocrático, y hacer desde nuestro lugar un mundo mejor.

Y ciertamente Silvia dejó de este mundo un lugar mejor, precisamente, por no dejar que nadie le diga cuál es su rol, y creer lo que ella podía brindar.

Como no fracasar en el desarrollo y golpearse lo menos posible

  1. Tener una figura de mentor o referente reconocida. En lo posible que nos lleve unos cuantos años, cosa que su experiencia sea nuestra guía.
  2. Armar o pertenecer a un grupo de personas que compartan nuestras ambiciones, sin que choquen con las nuestras. El ser humano es malo en encontrar sus propias debilidades y fortalezas, pero excelente en notar las ajenas.
  3. Armar un plan mínimo para cada año calendario: pensar a muy largo plazo nos compromete a una visión que quizás llegado a ese punto no sea posible. La flexibilidad se cuida como el auto.
  4. No casarse con ninguna empresa o rango.
  5. Ordenar las prioridades y obligaciones de manera tal que sirvan a nuestra vida, y no al revés.
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Martín Longo

Director de Ánimadata y Business Intelligence Engineer. Quemadísimo, escribo acá mis opiniones.