Tengo la suerte de tener muchas amigas en tecnología o ámbitos relacionados, pero en cuanto a cantidad, son notoriamente menos que los hombres. En la última encuesta de sueldos que realicé, tres de cada cuatro respuestas fueron de identificación masculina. Y esto no es algo que cambie significativamente con el paso de los años. Y creo entender por qué.
Algunas situaciones que me comentaron directamente chicas del sector, además de las más presentes en lo cotidiano, fueron las siguientes:
- Acoso: en facultades, desde profesores hasta alumnos, se convierte en un problema serio para cualquier chica de veintipocos años. Ni hablar en el trabajo, donde los chocolates anónimos, lejos de causar una impresión hollywoodense de tener un admirador anónimo, provocan rechazo.
- Cultura: la voz de la mujer en tecnología, en varios sectores de la economía, es rechazada o descalificada por el sexo opuesto. Las mujeres con altos cargos son las que más sufren este sesgo: no solo deben prepararse para dar cualquier explicación, sino también luchar contra el machismo.
- Rama: la tecnología es una rama considerada para hombres desde hace décadas. El mundo de sistemas se considera muy masculino, al igual que hay otras carreras consideradas femeninas, como indumentaria. Hay ciertos estereotipos y encasillamientos que siguen presentes.
Incluso ChatGPT es consciente de esto:
Interpretar que las mujeres prefieren un trabajo colaborativo a uno solitario es un gran sesgo, al que incluso una inteligencia artificial puede estar entrenada. ¿Es necesario resaltar la lucha de las mujeres cuando incluso una inteligencia artificial está sesgada en contra de ellas?
Imagínate a un hombre estudiando diseño de indumentaria o siendo masajista. Probablemente no tendría muchos problemas para adaptarse, aunque el estereotipo indique que son carreras fundamentalmente femeninas.
Pero imagínate a una mujer estudiando ingeniería civil y dirigiendo una obra. Sí, lo tiene mucho más difícil. Lucha contra un imaginario colectivo, el de ellas, el tuyo, el mío.
Me alegra que se hayan logrado avances importantes (¡tuvimos una presidenta electa!), pero aún falta mucho. El miércoles 8 es una oportunidad para conmemorar esa lucha, reconocer los logros y prepararse para lo que queda por hacer.