Escribía acerca de lo que significa para mí el mundial, una dicotomía fuerte entre lo que significa país y deporte. Entendí, en esta contradicción al final de una de mis líneas, que ello importa muy poco.
Entre tantas malas, y digo tantas sin exageración (desde los imbéciles que se cruzan en rojo o te tocan bocina para que te apures cruzando la calle, hasta la inflación del 83% anual), no podría jamás intentar siquiera maquillar que el fútbol es, como dice constantemente Lionel Messi, “una alegría a la gente”.
Jamás diría que el fútbol sea excusa para evadir otros problemas.
Considero que políticamente es pésimo el uso que se le está dando a la Copa del Mundo. También es cierto que este evento le está dando visibilidad a un sinfín de violaciones a los derechos humanos cometidos en el país anfitrión y que vamos a colectivamente “hacernos los boludos” para evitar pensar en ello.
La gente quiere una alegría. Y culturalmente, el fútbol para nosotros es causa de muchas. Ojalá, como tan arraigado lo tenemos, esta Copa sea causa de unión entre las personas de la nación.
Vamos Argentina.